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miércoles, 15 de enero de 2014

UN NOMBRE PARA NUESTRA HISTORIA LOCAL *

"En mis largas horas de insomnio, he contemplado el azul del cielo y mi imaginación ha volado a regiones astrales, intentando contar las estrellas y entresacar unas pocas para formar con ellas pequeños ramilletes, que desde mi soledad mandaba a todas aquellas víctimas que padecían las injusticias de los hombres"

Juan Caba Guijarro


Es, en estos últimos tiempos, más frecuente de lo que fuera de desear, la aparición en Siembra de notas necrológicas referidas a amigos cercanos y colaboradores de la revista. Y si bien es cierto que la persona a la que hoy vamos a dedicarle nuestra semblanza, ha fallecido a edad longeva, no por ello es menos doloroso, ni menos emotivo, tener que hablar en pretérito de quien, hasta ayer, fue un admirado, querido y prolífico ser, con cuyo trato nos honramos.
Hablar de Juan Caba Guijarro, es hablar de una oscura época de la Historia de España, de una historia no escrita desde el bando en el que él defendió sus ideales. Porque si algo intrínseco hubo en Juan Caba, fue su idealismo, al que dedicó su vida en cuantas situaciones hubo de hacerlo. Pero como, éste, sería un tema para tratar a fondo y por historiadores. Y como haberlos, los hay, dejaré que sean ellos los que tomen la iniciativa en esta materia, para dedicarme, en esta ocasión, a reflejar al hombre que conocí en el declive de su existencia.
Juan fue una de esos hombres que nacieron condenados al yugo; uno de esos niños yunteros que tan trágicamente describió Miguel Hernández: "Carne de yugo, ha nacido/ más humillado que bello..." Por otra parte, todos los nacidos en aquella época tuvieron una infancia dolorosa, aunque ellos no lo supieran, aunque para ellos, aquello de arar con la yunta, con apenas nueve, años fuera hombrear... Pero nuestro hombre siempre tuvo unos horizontes amplios. Y se ilustró, robándole ratos al sueño y al cansancio, leyendo, bajo la luz del candil, todo lo que caía en sus manos. Y sintió que su voz era necesaria para ayudar a crear un mundo mejor. Y escribió ensayos, y poesía. Y recreó la historia de Manzanares en pequeñas publicaciones que veían la luz de manera precaria.
Juan tenía un mundo interior rico. Y eso se notaba nada más iniciar una conversación  con él; por descontado que no sería banal. Y le gustaba conversar, de ahí las tertulias que organizaba en la Universidad Popular, con sus amigos Pedro del Castillo, Juan Misut, Miguel Pérez,  Antonio Bermúdez...
Yo tuve la suerte de conocerlo a través de nuestras colaboraciones en Siembra. Nos profesábamos simpatía y me iba haciendo depositario de sus pequeñas publicaciones. Me visitaba en mi tienda, siempre con el temor de no interrumpir mi trabajo. Era afable, cortés, correcto. Y sabio. Con esa sabiduría cósmica fruto de la observación y el contacto con la naturaleza.
Pienso que Juan Caba, ha sido feliz en sus últimos años. Ha conseguido un reconocido prestigio y ha visto publicada su obra con el patrocinio de la Diputación Provincial de Ciudad Real, en un hermoso libro que lleva por título "MEMORIAS Y VIVENCIAS DE UN CAMPESINO ANARQUISTA". Llegó justo a tiempo. Creo que aquel acto, fue uno de los últimos en los que hablé con Juan. Estaba radiante, acompañado de todos los familiares y amigos que supieron darle calor.
Aquí se hace bueno el refrán de que "hace más el que quiere que el que puede". Juan quiso, y, a pesar de sus limitaciones, pudo. Cabe pensar qué hubiera sido de este hombre con los medios adecuados, esos que ahora disfrutan hasta los que no quieren.
Hoy ha muerto un hombre bueno. Y sus palabras, recogidas en esta obra a la que antes hemos hecho mención, confirman el calificativo por sí solas.
Descansa en paz, Juan,  en esa paz, que sin reservas, te corresponde.

*Semblanza escrita a raíz de su fallecimiento.