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miércoles, 22 de enero de 2014

LIBRO; Y QUIEN ES EL QUE CANTA




Los poemas que componen ¿...Y QUIÉN ES EL QUE CANTA? nos adentran en un mundo de memoria y existencia en donde se reflexiona sobre el deseo y el olvido, la ilusión y la admiración, el amor y la soledad.Todo ello bajo la mirada del que lleva en los ojos la poesía -esa lente con la que las palabras se convierten en señas de identidad.

Pueden adquirirlo en la Página de Editorial Cuadernos del Laberinto o en su propia librería donde le harán las oportunas gestiones, al precio de 10€


Dos poemas del libro:

                                                                    Yo me iré.
                                                                    Y seguirán los pájaros cantando.
                                                                    Juan Ramón Jiménez
5

El campo aquel, el árbol centenario,
el brocal de la noria, la artesilla,
el agua virginal que rumorosa
nace a la luz después de tantos siglos.

La precisa armonía de las cosas
que quedaron atrás, como quedaron
después de cada muerto, la silente
naturaleza estática, el aroma
vegetal de la tierra, el dulce trino
con que el sol amanece, la escarlata
plenitud de la aurora.

                                Yo me iré
No rompáis el silencio, todo sigue
por los cauces de siempre. Nada cambia.
La eternidad apenas se estremece,
la sombra sigue dándome en los ojos
pues sombra resultó ser mi existencia.

Y por todo epitafio, si alguien quiere,
decid que fui, que quise y que no supe.
Nada mejor habrá que me defina
bajo esta algarabía de torcaces
con la que están hablando los cipreses.

1

                                                                       Enhiesto surtidor de sombra y sueño.
                                                                       Gerardo Diego

He plantado un ciprés en tu memoria:
un pequeño espigón, apenas nada,
una sombra que crece enamorada
trepando por el mástil de tu gloria.

No será un ejemplar para la historia
ni prenderá en mirada enajenada,
pero acaso su sombra recatada
me sirva como prueba exculpatoria

de que intenté  caminos diferentes:
un poema, un ciprés...cosas corrientes
si las miras sin mucha perspectiva.

Pero cosas, al fin, de quien espera
que a pesar de una vida pasajera
quede tras sí una huella positiva.