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sábado, 27 de septiembre de 2014

PRESAGIOS.

                        1

Deberíamos dejarnos ya de  sutilezas
Y llamar a las cosas con el único nombre que les cuadra.
La vejez no admite eufemismos,
Y uno sabe cuándo llega.
Aunque al principio  no crea que esa edad
Se corresponde  con su desparpajo,
Con su agilidad mental,
Con lo erguido de su anatomía.

Un día descubres que se te olvidan las palabras.
No todas, aquella que vendría bien para el poema.
Y te dices: ¡bah, es sólo una palabra!
Y cuando llega la noche
No sabes por qué sientes ese cansancio que te anula.
Y de pronto te encuentras repitiendo una cantinela
Que algún día le oíste a tu padre.
Y te sigues diciendo que no,
Que tú no eres ese viejo que dice tu deneí
Aunque todos se empeñen en llamarte de usted
Y quieran darte las medicinas gratis.
¿Para qué medicinas? ¿Cuándo he  necesitado yo medicinas?
-te rebelas ante tu médico de cabecera
Que te aconseja tomar una pastilla para controlar la tensión-.

Todavía no te parecen síntomas graves
Esa pequeña disfunción sexual
O el tener que levantarte reiteradas veces durante la noche.
Y le hechas la culpa a la monotonía
-que es posible que también-,
O a que bebes demasiado líquido, que no.


Todo menos atreverte a mirarte al espejo
Y admitir el proceso natural
Que nos deja a las puertas de la decrepitud,
Y decirte:” viejo,
Ya sólo te emocionas con tonterías”.
Siempre has sido de lágrima fácil,
Pero ya es el colmo.

Ah. Y no se te olvide decir
Que escribiendo este poema
Has tenido que corregir la tira de veces.

                        2

De todos los milagros que me cabe esperar
Sólo hay uno por el que daría la vida:
Llegar hasta la edad justa.
No se trata de cumplir años sin más,
Se trata de que cada día venga con su sueño.
De que al abrir los ojos cada mañana
No vea al viejo que se asoma al espejo
y sí al hombre que se asoma a sí mismo.
Se trata de seguir manteniendo la confianza en algo
-Aunque sea en el monótono ganchillo
Que acompañó a mi madre en su andadura de noventa y un años-.
Se trata de escribir un poema de amor
Que pueda parecer hecho por un adolescente;
De admirarse de los descubrimientos
Que a cada paso nos siguen sorprendiendo.
Se trata en fin, de aceptar la vida que me quede
Sin otra exigencia que la de vivir.

Porque se puede tener el cuerpo viejo:
Manchas en la piel,
Arrugas en el rostro,
Dolor en las articulaciones,
Límites en la actividad.
Podrán apagarse los ojos en el último destello
O los oídos dejar de percibir los rumores cotidianos.
Pero si el cerebro piensa que puede seguir escribiendo un poema
Y la ilusión enciende esa llama
Que hace que el corazón siga latiendo acompasado,
La vejez no será impedimento para seguir sintiendo.

Llegar hasta le edad justa.
Hasta que la cabeza siga sabiendo quién es la persona que la habita
Y le permita seguir aferrado a sus referencias.

Y cuando llegue el día en que esta condición desaparezca
Pido a Dios el milagro de la muerte
O el razonado  consuelo de la eutanasia.

                       3

Del punto en el que estoy, hasta la fosa,
Sólo quedan algunas estaciones.
No me digáis que no, tengo razones,
Augurios,  que me indican que no es cosa

De esconder la cabeza si, miedosa,
Se quisiera aturdir por los rincones.
También para morir, los pantalones
Se deben de llevar de forma airosa.

He descubierto que el final es triste,
Que si el cerebro a la vejez persiste,
Será su lucidez una tortura.

Por eso no me importa que la hora
Se adelante si llega, salvadora,
A evitarme ese cáliz de amargura.



domingo, 21 de septiembre de 2014

DE LA VIDA REAL

De la vida real.-

El hombre caminaba despacio, como si contara los pasos.
Se detenía ante el rótulo de una calle o ante el letrero de un escaparate durante minutos
y sus labios deletreaban con avidez aquellas letras.
Miraba las manecillas de su reloj y una lágrima rodaba campo a través por los surcos de su rostro
Tocaba cada hoja de los árboles del paseo con una mirada tan agradecida que producía sofoco.
El hombre, que había sido invidente por causa de un acidente laboral,
respondió bien a uno de esos experimentos de la ciencia.
De la noche a la mañana, su rostro apareció en todas las pantallas de televisión del mundo.
Contestaba con timidez las preguntas, casi siempre tontas, que le hacían los entrevistadores.
-)Considera que ha sido un milagro recuperar la vista después de cuarenta años de ceguera?
-Ha sido un milagro.
-)Qué impresión le ha causado ver de nuevo el rostro de su esposa?
-La recordaba más joven y más guapa.
-)Cree en Dios?
-Creo en Dios y en el doctor que me ha devuelto la vista.
-)Cómo será su vida a partir de ahora?
-Seguiré contando cada paso que dé, como si aún estuviera ciego.
...) ?

-La costumbre, amigo. La costumbre.

lunes, 15 de septiembre de 2014

LA NAVAJA DE PADRE ( Poemas sobre la navaja)

Retrato en sepia.-

1
Aprendices de navajero
en una fábrica de Albacete.


Ni siquiera la blusa -uniforme del gremio-
podían permitirse en aquél tiempo
los niños aprendices. Cuchilleros
de humilde condición, de inmaculados
ojos que se iniciaban en la industria
de aquella profesión. Ingeniería
nacida del ancestro como nacen
de un primer corazón las emociones
que después se transmiten en impulsos,
en vaharadas de sangre, eternamente.
Cuchilleros de sombras
-ni siquiera una luz anticipando
la claridad del día-, aprehendiendo
el sentido de aquella laboriosa
manera de ser alguien, afilando
el acero, a la vez que el instinto
daba forma a sus sueños de muchachos.









2

La navaja de padre.-

I

No recuerdo a mi padre sin navaja.
Yo era pequeño, y ella,
un artefacto extraño
nadando entre los miedos y el asombro.
La navaja herramienta,
la navaja instrumento,
la navaja en el fondo
del pardo pantalón de mis recuerdos.

II

Sonaba el clic seguro, y era el gesto
cual el de un oficiante que iniciara
un rito casi atávico.

La mano de mi padre se ajustaba
a aquellas cachas blancas, jalonadas
con visos de misterio,
mientras madre sacaba de la orza
el pan sentado y blanco.

La navaja era entonces como un cáliz
desde el que el pan llegaba hasta las manos
en aquellas mañanas invernales
de hielo y de sarmientos.


La navaja libraba soledades
y tallaba sentidas miniaturas
en las noches de abril, cuando la luna,
redonda como un sueño sin orillas,
ponía claridades en lo incierto.

Yo era pequeño, y ella tan hermosa,
que anhelaba tenerla entre mis manos
inhábiles y niñas,
preparando  las púas del injerto
con la misma destreza
de aquellas otras  fuertes y precisas
curtidas por el cierzo...

Pero era de mi padre
y era su propiedad intransferible.

Y había que crecer y hacerse un hombre
para tener derecho a una navaja
de aquellas de Albacete  tan lejano ,
que llegaban en cada nueva feria
como aves migratorias
que anunciaran faenas de vendimia
y octubres de nostalgia.

III

Hoy que el recuerdo anida en los aleros
de un tiempo de bonanza,
y mi barca navega en otros mares
y acuden las ausencias
a llenar esos huecos de añoranza
que la vida precisa
para sentirse unida a las raíces
y al hilo de lo eterno,
se asoman a mi mente las secuencias
de aquellas horas cálidas
que dejaron su herrumbre en las orillas
de tanto olvido injusto.

Y me llegan, aún entrecortadas,
pasadas confidencias
en las que se hizo brasa la palabra
y supo a pan caliente.

Hoy recuerdo aquel gesto, tan de padre,
de hacer las rebanadas sobre el pecho,
o aquella cuña firme que apuraba
las últimas esencias del caldero.

Hoy miro entre mis cosas,
-en el cajón más íntimo del alma-
y remueven mis manos viejas huellas
de todos los que fueron,
hasta encontrar aquella que rezuma
calor de amanecidas.
Y se cierra mi anhelo en ese punto
de firmeza y aplomo
sobre unas cachas pálidas de tiempo
que aún no me pertenecen.

IV

La navaja es el nudo que me enlaza al recuerdo.
Todo está igual allí, tal vez por eso
uno vuelve la vista a la pureza
de esa imagen paterna
intentando encontrar una metáfora
que describa el instante,
pero no hay dimensión donde se ofrezca
una estampa más nítida
que aquella que navega por el pulso
de una sangre caliente.
La navaja está aquí, mudo testigo
de un tiempo irrepetible
que aun despierta pasadas realidades
en el ánfora gris de la nostalgia.

3
De luces y de sombras su reflejo.-
Dejadla así: rayando la osadía;
mitad provocación, mitad belleza;
lo mismo en un arcón de la nobleza
que  en un vasar de humilde buhonería.

Dejadla así, no entréis en la porfía
de si es de superior naturaleza.
Dejad que sea su origen  la corteza
en la que talle el tiempo su grafía.

Dejad que sea el color de la distancia
el que imprima su huella en la navaja
y la invista de luz o de misterio.

Y que brote el laurel de la constancia
en la mano del hombre que trabaja
tomándose su oficio tan en serio.



domingo, 7 de septiembre de 2014

OTRAS VENDIMIAS.

De nuevo los trajines. Y los viejos caminos añoran , otra vez , el peso de la llanta chirriante y monocorde.Se esparcen los aromas familiares por las calles del pueblo. Huele a mosto en la Mancha- aún huele a mosto- a pesar del arranque continuado que convierte en erial estas llanuras de verdes horizontes. Pero no es el propósito - no en esta ocasión - comentar la evidencia. Hoy la Mancha rezuma por sus poros la huella de su ancestro y se sienten las cepas aliviadas de su poso de historia- De esta historia tan nuestra de cosechas que tiene nombres propios -.Es hermosa la estampa de esas cuadrillas hábiles rompiendo los simétricos espacios que van equidistando los malrotes; hermoso es ver el fruto , que presiente su mágico destino , aguardando en capachos recalcados , su viaje final hacia  el inicio. Un inicio de mosto que hoy la tecnología simplifica , pero que era - antaño - una danza incesante y frenética, de pies embadurnados, sobre el encalado jaraíz de la añeja bodega familiar, -arquitectura sabia deshauciando el subsuelo en incesantes horas de "condena" a trabajos forzados- ; así se rebañaba la bodega - la cueva- en las casonas grandes de aquellos campesinos , en las que -como reliquias rancias de un cercano pasado - aún perduran las pequeñas lumbreras que tamizan la luz y la convierten en mística penumbra.

La vendimia es preludio de esta hermosa estación que es el Otoño ; es tiempo de bonanza, de trajín sosegado , de lúdico arrebato. Aquí la mano advierte el alma del racimo y los ojos se asombran del misterio de su pulpa traslúcida . Y se llena la boca de su esencia frutal irrepetible , de su dulzor pagano, de su frescura intrépida.

Es la vendimia vida-o debiera ser vida -; venero de esperanzas para tantas familias que han volcado su esfuerzo generoso en esta tierra dura y exigente . Atrás quedan fatigas y dudas y amenazas - que los hielos destrozan los anhelos- ; ahora todo es promesa, redención del trabajo , realidad perseguida , que en orondos capachos descarga su derrama ...

Hablar de la vendimia , es hablaros de germen, y de adviento; que el vino nuevo nace y es nueva la esperanza que en hervores de amor ahora fermenta.

Nos quedamos aquí , saboreando ese aroma tan nuestro ., que aún presta identidad a nuestro pueblo. Manzanares renueva su vestido de pámpanas rugosas, y se pueblan las vides de canciones que acunan sacrificios, mientras su esbelta torre, indiferente , se siente anacoreta...

lunes, 1 de septiembre de 2014

CADENAS

Est poema pretende ser un canto a la libertad del ser, al hombre que ha sabido salir de la oscuridad; al hombre que ha pedido ayuda y se siente, al fin libre. Me parecen unas fechas acertadas, porque es la festividad de Nuesro Patrón y en el poema juega un importante papel su intersección para conseguir el milagro.

       -¿Estás diciendo que puedo volar?
-Digo que eres libre.
Juan Salvador Gaviota.-

1

Se descubrió mirando hacia ese punto
donde convergen todas las distancias.
Y una pequeña chispa, apenas llama,
volvió a prender el fuego de su anhelo.
Fuera, la luz. Al fondo, las cadenas.
Y eran sus manos, cárdenas de sombra,
la huella de una dura dependencia.
Doscientos...Cuatrocientos...Mil doscientos...
Uno...Catorce...Veinte...Veinticinco...
pasos sordos, cansados, impotentes...

Va cediendo la luz a la penumbra
y la noche resuelve en heroína.

2

Hoy la conciencia intuye un pasadizo
por el que traspasar las alambradas
y la sangre revienta las compuertas
que detienen el ímpetu del cosmos.
¡Puedo volar!. ¡ Soy libre!...
( Danza la mariposa un minueto
desde la libertad de sus estigmas).
Es breve la ilusión . Un espejismo
derrotado, otra vez, por las arenas
de una blanca promesa traicionera
que alcanfora la vida y la detiene
en el filo cortante de un pinchazo.

3

Me llamas con tu voz de caracola,
con tu canto engañoso de sirena,
con tu risa de fauno, mentirosa,
con tu falso señuelo libertario.
Pero yo se volar...¡Puedo ser libre!
...No hay cauce para un llanto arrepentido,
para una voluntad que se renace
desde la soledad de una promesa...
Mañana es el momento, sale el Cristo
con su Cruz de Pasión por mis cadenas.

Y nace la pregunta desde el fondo:
¿dónde la libertad? Voy a su encuentro.

4

Redoblan los tambores su salmodia
por la empinada cuesta del escarnio.
Todo es Cruz y silencio. Solo ojos
para admirar la entrega del cautivo.
Bajo un  recio sayal de penitente
acelera una sangre su latido.
Puedo volar...¡soy libre!.
Tengo la fortaleza del vencido.
Soy tu hermano, Jesús, ¡dáme tus alas!
remóntame a la cima del olvido...

Rasga el cielo un lamento de saeta.
Bajo un pardo sayal nace un suspiro.

5

¡La libertad al fin!. Desde tu barca
de pescador glorioso me has sentido,
has posado tu mano en mi cabeza
y has remado a mi lado decidido
¡No te detengas!, ¡sigue!, me dijiste...
Hoy creo que tu amor lo ha conseguido.
Tuviste fe en mi voz, en mi lamento,
en mi plegaria muda... Ya respiro.
Ya inundo mis pulmones con tu aliento,
ya te siento, Señor, ¡estás conmigo!

-¿Puedo volar? pregunto
                                   -Yo te digo
que has roto tus cadenas de cautivo.

6

Por esta libertad que hoy me circunda,
por esta sangre limpia que percibo,
por esta nueva luz que me conforta,
por estos nuevos ojos con que miro,
quiero hacer de mi verso una plegaria,
quiero elevar mi voz hasta tu oído,
quiero lavar tu herida con mi llanto,
quiero acercar mi paso a tu postigo.
Tú eres faro en mi piélago de sombras ,
y canta el Universo en tu latido.

Tú eres amor eterno, incombustible...
¡Y ya puedo volar hasta tu abrigo!.