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lunes, 27 de abril de 2015

DESVÁN

PREMIADO CON EL SÍMBOLO TAHONA EN LA SOLANA ( C- REAL CERTAMEN LITERARIO PAN DE TRIGO AÑO 1.996

Ayer abrí el desván donde almaceno
las pequeñas vivencias,
los recuerdos intensos :
el reloj de bolsillo de mi padre,
las monedas de plata del abuelo...
Lo he llamado desván y es solo un cesto
cargado de secuencias olvidadas,
de momentos que acaso no he vivido,
de ilusiones fugaces,
de terribles anhelos disipados
en un vuelco de sangre - de mi sangre-...
Ayer abrí el desván
quizás buscando
un resto de tristeza entre las fotos
que ya no son de nadie ;
un último puntal donde agarrarme
para sentir que el tiempo
aún está entre mis dedos
como una rosa abierta
roja y fresca...
A veces la tristeza es el aroma
perfecto de la vida,
el instante profundo
el desgarro vital de intensa huella,
el zarpazo brutal con que sentimos            
que aún somos , que aún estamos...
A veces la tristeza nos redime.

2

Me estoy buscando - en vano-
entre tanto recuerdo almacenado
que ya solo es recuerdo,
-la vida no perdona el desatino -
muerto recuerdo unido a mi memoria
por ese débil resto del naufragio
en el que aún puedo ver mis tatuajes...
Me estoy buscando , en vano ,
intensamente                     
entre el légamo gris de mi pasado
para saber que acaso hubo un momento
vital en mi existencia ;
para sentir que he sido necesario
en esta comunión de magnitudes
que hacen el Universo.
Me estoy  buscando  a ciegas
en lo que pude ser , en lo más íntimo
de mi propia derrota ;
allí donde ya solo hay soledades,
donde anidan ausencias                                                                             
que acaso fueron firmes esperanzas...
Me quiero imaginar entre los trazos
de aquella letra inglesa                              
-fruto del pescozón en los nudillos
de mi viejo maestro -
de primeras misivas amorosas
que no fructificaron...
Me quiero descubrir entre mis restos.

3

Estoy aquí, sintiendo
que la vida es tan solo una secuencia
disipada en el tiempo ;
que a veces es preciso recordarse
para dar dimensión a nuestro instante ;
que la búsqueda es fruto del intento
de escaparse del claustro en que la sangre
se siente prisionera...
Estoy aquí , llenando la distancia
de páginas vividas,
de historias incompletas,
de anhelos insaciados ,
de vida simplemente...
Donde mi ayer ha muerto , nace un tiempo
que no tiene futuro ni pasado ;
es la nueva esperanza de redención que queda     
antes de que la tierra nos exija
de nuevo su materia...

Solo tengo un desván donde buscarme
y hoy he querido ver lo que contiene.



viernes, 17 de abril de 2015

A MODO DE PLEGARIA

El autocar se salió de la carretera y volcó. Pudo ser una tragedia. Los jóvenes del instituto regresaban de su primera excurisón, esa en la que los padres nos quedamos con el alma en vilo. Yo, por alguna razón profesional había subido unos días antes hasta le ermita de la Virgen del Espino, en la vecina localidad de Membrilla y sabiendo lo cercano de la salida hice una súplica...

.Me apetece contarte mis miedos y mis sueños,
a modo de plegaria rayando en confidencia.
Me apetece decirte lo que siempre he callado
por miedo a que mi llanto me hiciera transparente.
He llegado a ese tiempo donde todo es posible
desde estas soledades en que el alma me habita,
En el fondo no he sido más que un pobre reflejo
de una chispa que acaso se creyó omnipotente.
No he tenido la dicha de sentir tu mirada
inundando mis venas con tu místico arrobo
no he sentido el reclamo de tu voz, ni tu llanto
ha calado en mi entraña como lluvia de agosto.
Solo aquella mañana te miré de otro modo
persiguiendo el reflejo de tus ojos de fuego
reclamando el amparo de tu esencia divina
que supera la piedra y el cincel del artista.
Te miré cara a cara, con anhelos de padre
que suplica tu amparo desde un miedo insumiso,
te pedí con la fuerza que supone el anhelo
de aguardar un regreso de primeras urgencias.
Tú estabas en tu trono recamado de estrellas
con las manos cruzadas sobre un manto de armiño,
yo llegaba a tu ermita por aquella premura
que era solo un deseo de vencer mi impotencia.
Casi por un instante vacilaron tus manos,
o quizás fue mi anhelo de sentirte cercana,
de pronto fue  mi sangre volcán o catarata
y lágrimas furtivas rodaron alma abajo.
Salí de tu santuario con el alma contrita,
con la vaga tristeza de quien pide imposibles,
con la duda embargando mis rincones más íntimos
por si el denso silencio respondiera a mi súplica.
Tú eras piedra forjada sobre el sueño de un justo,
y acaso no tuvieras poderes sobrehumanos,
yo era solo un dudoso seguidor de tu nombre
que invocaba tu ayuda desde el fondo del miedo.
De pronto la tragedia salpicó nuestra casa
en voz entrecortada que anunciaba el suceso
y un instante de luto tiñó las esperanzas
de quienes soportaban ilógicos retrasos.
Pudo ser un suceso luctuoso y terrible
pero al final, ilesos, regresaron los hijos...
¿Fue tu mano piadosa la razón del milagro?
Nunca sabré decirte lo que sentí ese instante.
Sigo siendo un errado caminante del cosmos
que no encuentra la forma de agarrarse a un escollo
mis caminos no tienen horizontes precisos
y no hay luces al fondo del abismo que intuyo.
Tal vez fuera el momento de aceptar tu milagro
y albergar en mi sangre tu serena presencia,
pero he de confesarte que me asusta lo fácil
¡Y debe ser tan fácil refugiarse en tu manto!
Perseguidor de sueños, voy soñando imposibles
metáforas que alivien mi espíritu afligido
tal vez fuera lo justo volver sobre tu rostro
todo el amor que siento perdiéndose en la nada.
A modo de plegaria te he dicho lo que siento,
alguna vez las almas deben darse en palabras,
yo sé que tú me esperas como esperan las madres
a los hijos que el Mundo desterró de su abrazo.
A modo de plegaria, o acaso confidencia
-no sé porqué me atrevo si apenas te he seguido-.
Puede ser por tu rostro tan dulcemente hermoso.
Puede ser porque el cierzo me llevó hasta tu abrigo.

martes, 14 de abril de 2015

CUMBRE.

Si al coronar la nieve de la edad las cumbres de  mi vida,
aún me cabe esperanza, y sueños, y proyectos,
se lo debo al progreso, al bienestar social, a la cultura,
al vecino de enfrente que me dice Acon Dios@ cada mañana
-prueba notoria de su buen deseo hacia mi persona-,
a la igualdad de oportunidades que no ha tenido en cuenta
que yo era primo hermano, por línea directa, de quienes padecen síndrome de Down ,
y pariente no muy lejano - por grado de pobreza-, de los limpiabotas,
de los vendedores de bolígrafos en los semáforos,
de los cómicos taurinos que dan vida al espectáculo del bombero torero...
Creer otra cosa sería necedad, arrogancia, prepotencia...
Y yo soy tan humilde
que aún conservo en la sangre las esencias del alma primigenia, esa
que alguien envolvió con el celofán de la inocencia.
 A mi edad,
no hace mucho, yo tendría sobre mí la etiqueta de viejo
en forma de arrugada piel y torpes ademanes,
sin embargo, ya ves, aún sigo aquí, empezando a sentirme vivo,
descubriendo una veta a la que asirme,
en  la que descubrirme,
 en la que conocerme.

(Qué intrincada es la senda por la que camina la humanidad!
Aún nos asombramos de los vestigios prehistóricos que van surgiendo ante nosotros.
Aquellos primeros trazos simples; aquellas rudimentarias herramientas,
aquellas restos fosilizadas que han dejado constancia de nuestro paso
en otros tiempos, en otras circunstancias...
Y sin embargo eran los mismos ingenios
que después pudieron volar,
o surcar el fondo de los mares
o, simplemente,
alargar la vida unos instantes.
Sólo necesitaron un poco más de tiempo,
más higiene, mejores alimentos, más deporte... Experiencia.
La experiencia es el pedernal elevado a metafísica,


la poesía descendiendo a lo cotidiano.
Todo es válido, complementario, unitario, aprovechable, eterno,
nuestra cultura pasará, pero no sus consecuencias. Y lo que venga después,
buscará en los papiros de nuestra antigüedad la razón de sus orígenes.

Un día, uno tan sólo de nuestros días, contiene el principio y el fin de la eternidad.
Todo el tiempo transcurre en un instante; lo demás son reflejos,
ondas que se expanden, murallas que se elevan sobre el tiempo fenecido.
En este instante propio he intentado la metáfora, he perseguido la palabra,
esa que a veces casi nadie entiende. He creído, he dudado.
Y ahora qué, me pregunto.
Ahora sé que estoy vivo, que una hora más de vida es un avance
de la naturaleza que me va a permitir seguir siendo.
Que debo hacer poemas
para dejar constancia de mi paso por la caverna en la que habito,
sin otra pretensión que decir aquí estuve;
quí viví más años que la anterior generación
y por eso tuve tiempo de emborronar estas paredes
para decirte a ti, observador remoto, cómo era mi tiempo.

Reflejos, ondas, chispas que van y vienen, que se cruzan, que se funden...
Eso somos: sumos sacerdotes, pontífices de la existencia, referencias antediluvianas
sometidas a nuevas trasgresiones; inocentes moléculas que un día
perderán sus propiedades de fusión
y volverán a sumergirse en la negrura de la inconsciencia.
(Increíble!,  diréis desde vuestra nueva percepción.
Sin saber que vosotros también sois nosotros;
que todos somos el mismo impulso en proceso evolutivo,
en imparable instinto de supervivencia.
Qué nos mueve, cuál es el sentido de nuestros actos, quién nos hace poetas,
o músicos, o influyentes líderes;
quién sembró en nuestros genes la peculiaridad de nuestra conducta,                                        
cuál es la verdad de nuestro instante...
Son, seguramente, las mismas  preguntas que se hicieron los dinosaurios
si nos permitimos atribuirles pensamiento;
las mismas preguntas que, mañana, os haréis vosotros

para dejarlas, otra vez, grabadas en las graníticas paredes de vuestra gruta.

domingo, 5 de abril de 2015

NACÍAS EN MI MANO.


Nacías en mi mano,
palabra navegando desde Dios sabe dónde,
llegabas con efluvios de un tórrido verano,
o acaso eras el fuego que la ceniza esconde.

Venías como el viento,
de improviso en la noche, golpeando mi ventana,
yo encendía indeciso la luz de mi aposento
y entrabas sigilosa  por entre mi desgana.

Hurgabas en mi alma,
como quien abre un arca largo tiempo cerrada
y un deseo vehemente perturbaba esa calma
del que ya nada busca porque no espera nada.

Me invadía la premura
que hace que algunas cosas nos parezcan urgentes
y notaba el fermento de antigua levadura
removiendo unos cauces de agitadas corrientes.

Y escribía incansable,
sabedor de que, al cabo, yo era sólo  instrumento;
que todo me llegaba desde la inmensurable
distancia que separa la vida del momento.

Lentos amaneceres,
mañanas que se abrían al sol de mis anhelos;
palabras casi mágicas colgando en las paredes
como cebos pendiendo de invisibles anzuelos.

 Todo es agua pasada,
ya no siento el temblor de los viejos inicios
y es la palabra un luto por la vida gastada
en inútiles sueños y en vanos ejercicios.

Si he de morir ahora
pido a Dios que me juzgue a través de mis dudas,
que busque en mis poemas escritos a deshora,
pues siempre mis palabras quisieron ir desnudas.

Mas si Dios no tuviera
razones tan humanas que eviten mi castigo
que me condene al fuego de su inefable hoguera
junto al montón de versos que llegarán conmigo.

Y que ruede la rueda.
Que se repita el ciclo de la palabra errante,
que nazca en nuevas manos, como si en almoneda,
alguien pusiera en venta los restos de un instante.