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sábado, 25 de enero de 2014

CARTA DE DULCINEA A DON QUJOTE

Mi amado señor D. Quijote :
Os escribo esta misiva, bajo la celosa supervisión del Clérigo del Toboso ( a quien Vuesa Merced conoce, ya que él  es  mi confesor y consejero espiritual), pues no me parecería bien ser licenciosa en temas tocantes a nuestra relación; y, como corresponde a dama a la que los reflejos de su señor tienen siempre en mientes de  cortesanas indiscretas , dejo que sea este santo varón el que encauce mis sentimientos por el camino recto y que su censura sea la más fiel salvaguarda de mi honestidad y fidelidad para con el más valeroso caballero andante que los tiempos verán y a quien me debo en cuerpo, pero principalmente en alma.
Porque sepa mi señor Don Quijote, que una dama de mi rango, no puede tener apetitos carnales- y menos en ausencia de su señor -; que solo corresponde a plebeyas pensar de esta manera, porque no conocen la gloria del amor espiritual y deben contentarse con compartir mesa y jergón con sus esposos, sin otros horizontes o sensaciones  que eleven su gozo hasta el paroxismo del alma.          
Yo, por el contrario, gozo el privilegio de saberos arrojado y gallardo, defendiendo atropellos con mi nombre en los labios, realizando hazañas solo comparables a gestas heroicas ,soportando inclemencias sobre vuestra curtida piel y corriendo, a lomos de vuestro fiel Rocinante, a toda la villana gente que existe sobre la faz de la tierra con la bizarra apostura del héroe libertador que sois y al que la Historia dará justa fama y nombradía, cuando vuestras andanzas sean recogidas por los cronistas del reino.
Como esa en la que vuestro rústico escudero se empeñaba en deciros que aquellos violentos atacantes eran molinos y no gigantes, cuando vos y yo sabemos que ha sido una de las batallas más desiguales y amañadas que se han producido en toda la historia de los caballeros andantes y que de no ser por los malos hábitos del ruin encantador que os persigue hubierais salido indemne y victorioso de tan arriesgada empresa.
Deseo, desde esta atalaya a la que vos me habéis elevado, infundiros mi aliento, para que él os de la fuerza necesaria , si es que acaso la vuestra se viera mermada por tan largo batallar; que ya me parece que no habrá feudo o ínsula que no os deba eterna gratitud y reconocimiento.
Sabed  que mi alma esta con vos en esas noches turbias en que la mente sueña, o acaso los demonios inventan pesadillas, envidiosos del bravo caballero a quien su solo nombre abre puertas y reinos.
Mi alma está con vos en esas horas duras de combate en las que el sol azota y la garganta apenas si permite lanzar el grito noble, invocador del nombre que ya corre parejo a vuestra gloria: -"¡Por mi señora Dulcinea!"-  me dicen que gritáis, cuando, lanza en ristre, os aprestáis a la lucha, siempre desigual, con los monstruos o gigantes que, encantadores pagados por infames malandrines, os ponen en vuestro camino.
Mi alma está con vos en tantas soledades como el camino ofrece -que sabido es que ancha es Castilla- y en las que, sin duda, vais dando a vuestro rústico escudero nociones de hidalguía, consejos y proverbios de los que tan gustado sois introducir en vuestros siempre ejemplares comentarios.
Os imagino erguido -con esa noble imagen que los sueños infunden al ser idealizado - sobre vuestro brioso corcel que, a paso largo, os acerca a esos lugares en los que vuestra huella quedará indeleble por los siglos de los siglos. Que no habrá caballero más apuesto, aguerrido, altruista y bondadoso que mi señor don Quijote por quien todas las noches -cuando se han apagado las luminarias de la Mancha y el primer lucero me indica que también vuestra jornada ha concluido con otra mayor honra para vuestra inevitable misión- lloro con la intensa emoción de quien comprende que hay razones que al corazón le cueste entender, pero sabe también, que nada se debe interponer en un destino tan preclaro como el vuestro.
En el Toboso quedo, a la espera feliz de vuestras noticias...o de vuestra llegada, con el corazón anhelante y el alma transida de deseo. Que es larga la ausencia, y dolorosa , para quien solo tiene la  excelsa misión de amaros.
Os deseo toda suerte de venturas en vuestra magna empresa y os reitero mi admiración y mi amor por toda la eternidad.
          Vuestra siempre :

Dulcinea del Toboso

P.D.

Permitidme que os envíe esta gota de sangre salida del mismísimo corazón como ofrenda del más puro amor que nadie nunca pueda profesaros.