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miércoles, 27 de agosto de 2014

LA PLAZA DE MI PUEBLO (Restauración de la torre de la Iglesia de la Asunción)

Es una estampa insólita . Estraña y ambigua al mismo tiempo. A lo lejos, ahora, no se recorta su silueta majestuosa; Una especie de vestido de tul, deja entrever sus esbeltas formas y uno se imagina que quizás aquello es la torre. Un equipo de acróbatas, hace ejercicios pintorescos mientras los desocupados adolecen sus vértebras contempalndo la escena. Un funámbulo, colgado de la veleta hace dudar al viento de su verdadera dirección mientras las palomas, sorprendidas, se han echado al campo y acaban con los últimos guisantes que la falta de lluvia no ha dejado germinar. Un cartel, en la verja de la iglesia reza : JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA LA MANCHA - PATRIMONIO- . Es la luz verde del inicio de una obra largamente acariciada.

La torre, nuestra torre, ha enmascarado su silueta como si quisiera hacerse partícipe de este carnaval adocenado en el que no ha quedado lugar para la impronta y las cigüeñas han sobrevolado aquél fantasmagórico gigante inseguras y asustadas y al fin, se han alejado por si acaso. La torre , tan esbelta, tan nuestra ya por vida y referencias se ha perdido en la noche sumiendo a nuestro pueblo en abandono. El faro de este mar de sequedades ya no alumbra señero a quienes por nostalgia o por necesidad se quisieran salir de la autovía. Hemos perdido el eje en torno al cual se cruzan los caminos desde tiempos remotos cuando eran las cañadas el obligado acceso a nuestro pueblo .

Pero hoy, por fortuna , no es nada irreparable. Dentro de algunos días nuestra torre volverá a resurgir de sus cenizas, si cabe más esbelta pues ya nuestro cerebro habrá desdibujado su silueta . Dentro de algunos días, volverá a recortarse en el paisaje de esta inmensa llanura el perfil nazareno de su porte y Manzanares, volverá a recobrar su identidad entre un tañido alegre de campanas. Esta restauración , justificada, hará que nuestra torre siga siendo ese símbolo que a todos nos hermana, que a todos nos ayunta en esa conjunción de pertenencias. Porque la torre es nuestra y en nuestro corazón algo se agita si después de una ausencia la vemos nuevamente; así fue para mí, cuando en la mía , recordaba las cosas más queridas. A la torre le he dicho lo que siento en versos de nostalgia :"Campanario de mi pueblo / veleta que al viento gira / y al besarse con el cielo / llena de emoción suspira"; o aquélla sensación que hasta mis ojos llegó en forma de llanto : " Al volante del coche , ilusionado , / que aceleras, pues has visto la torre / no es solo el automóvil el que corre / que tu alma hace ya tiempo que ha llegado ".

Si alguna vez la historia , por algún necio error se repitiera, recordad que la torre es intocable; que no hay nadie con más merecimientos para seguir erguida ; que, a su sombra, nos hemos hecho grandes tantas generaciones que es casi maternal el sentimiento que debe producirnos.
El tiempo, nuestro tiempo , es ese instante mágico que el ojo ve y el corazón retiene.