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viernes, 8 de agosto de 2014

BOHEMIO.

Este es un trabajo largo. Quizá de los más largos que he colgado en mi blog. No os dire que lo leáis de un tirón, aunque se puede; ni que és bueno, aunque lo és.Os sugiero que hagáis una lectura despaciosa y meditada, aunque sea en veces, porque en el fondo, lo que se cuece aquí lo está haciendo en el perol donde todos hervimos.



Cada mañana, cuando cierro la tienda y mientras mi mujer prepara la comida, me pongo frente al ordenador ( artefacto que uso, exclusivamente, como máquina de escribir ) y comienzo la gozosa tarea de llenar esta enorme pizarra negra . A veces, las más, la lleno de poemas ; otras intento una narración corta. Casi siempre me interrumpen en el momento en que he cogido el hilo de lo que quiero contar, porque ya está la comida en la mesa. Y no es cosa de decir luego subo. Eso queda bien en los bohemios , en los artistas bohemios que viven en horribles buhardillas con agujeros en el techo por donde se filtra la luz de la luna y  lo mismo se zampan una botella de whisky de un trago, que se tiran cinco días sin comer.

Lo mío es distinto . Lo primero porque no soy artista. Y lo segundo porque no soy bohemio. Yo me debo al humeante plato de sopa preparado con esmero, a la reunión familiar en torno a la comida, al horario establecido para la apertura y cierre de mi establecimiento , a las compras, a las ventas, a los impuestos, a las enfermedades, a los dentistas, al programa hortera, a la conversación banal, al seguro del coche, a mis padres, a mis suegros, a los albañiles que me están cambiando el suelo, a las matrículas de la universidad, a los libros, a la ropa, a los zapatos, al piso de Madrid donde estudian las niñas, a las maulas, a los escaparates... Todo sin orden ; todo según va llegando, me pille como me pille.

No, yo no soy bohemio. (Qué más quisiera! La verdad es que no sé lo que querría si estuviera en esa situación. Cada uno vemos mejor lo del vecino. Y lo mío, visto desde la necesidad, tampoco es tan malo.


Pronto sonará la voz de : ( A comeeerrr...!. Menos mal que ahora con el ordenador puedo almacenar lo dicho : F7- ) Archivar Documento?: Sí - Documento que se va a archivar : Bohemio ( por poner un nombre que me recuerde de que va el tema ) ) Salir de WP ? : Sí. Es casi todo lo que se de ordenadores . Lo que necesito al fin y al cabo.

El problema es retomar el tema cuando ha cambiado el estado de ánimo o el estómago está en pleno proceso digestivo. Yo necesitaría escribir ocho horas seguidas, las mismas que dedico a vender telas. Solo que si dedicara todo ese tiempo a decir lo que se me ocurre , mis telas se volverían tela-rañas y mis escritos  terminarían por repetirse.

En cualquier caso, este tiempo que dedico a la escritura es reconfortante. Ya sé que esto no va a llegar a ninguna parte. Que tampoco la calidad literaria es nada del otro mundo. Que a mis años, lo que no haya conseguido ya, difícilmente lo voy a conseguir a partir de ahora. Pero qué quieres. No soy feliz el día que no he podido aporrear el teclado de este artefacto. Y además , algo en mi interior me dice que no es tan malo; tiene sentido, son reflexiones lógicas, están bien expresadas y llevan la sinceridad de un alma que se desvive por no sentirse estéril.

Uno, que ha cumplido ya el medio siglo y acusa el paso del tiempo, se da cuenta de que debería haber vivido de manera contraria a como lo ha hecho. Claro que como eso parece ocurrirnos a todos, queda de manifiesto que no es la forma de vivir lo que origina el malestar de esta década crucial en la vida de cualquier persona; lo que origina el malestar es la pérdida del propio yo; la acumulación de responsabilidades; el lastre que anuda, que obliga, que exige...No, no es que yo diga que no hubiera debido ser responsable; lo que digo es que el cúmulo de responsabilidades, anula la individualidad.


Yo, ahora, me hago la siguiente reflexión (una simple regla de tres) : Si la media de vida está por los setenta y cinco años , llevo vivido casi el 67 % de lo que me corresponde .Del 33 % restante - suponiendo que llegara al final de la meta- ,bueno, bueno, solo puede quedarme un 20 % , es decir quince años ;el resto serán achaques , problemas y marginación. Y me entra un desangelo terrible; no por el poco o mucho tiempo de vida que me quede, que eso siempre es subjetivo,- lo que para algunos se relaciona con la cantidad, para otros se basa en la calidad- sino porque no encuentro la forma de salirme de este engranaje del cual soy diente acostumbrado, gastado y con alguna que otra muesca.

Este tiempo que me resta -  y que no es seguro - me gustaría vivirlo a mi manera . No sería bohemio - ya es difícil perder las costumbres , malas o buenas, adquiridas durante tanto tiempo- pero me daría el gustazo de la improvisación , de la anarquía , del abandono . O haría un viaje itinerante - por supuesto de más de ochenta días - por el ancho mundo. Creo que conseguiría encontrarme ; descubrir a esa persona que va conmigo y que no ha conseguido salir a flote en todos estos años.

Porque ya está bien ( joder ! , la vida que nos ha tocado vivir ( este joder es una influencia que me ha debido llegar de algún relato escrito por alguien más joven; los de mi generación hemos medido más las palabras a la hora de dejarlas plasmadas en el papel ). Pero sí,(joder!, ya está bien de inhibiciones , de miedos, de responsabilidades para con los demás. Ahora el cuerpo me pide marcha, mi marcha... ) Y cuál es mi marcha ?

Porque ( a ver si somos…! Siempre renegando y en el fondo nos da un miedo atroz el enfrentarnos a nosotros  mismos. Hay gente que lo hace; que tiran por el camino de en medio y rompen con todo lo anterior. Al principio todo marcha, los ves ilusionados,  libres, eufóricos... Trasnochan, se divierten, ligan... Y al final- "malo era padre, pero falta hacía en casa", se encuentran en el más absoluto abandono, o en el mejor de los casos, repitiendo aquello de lo que huyeron.


Y así estoy. En una situación personal insostenible. Como el perro del hortelano que ni come ni deja. Porque esa es otra ) quien tiene la culpa ? No puedo culpar a nadie de mis responsabilidades - yo me las he buscado- ; ni tengo motivos para culpar a la mujer que ha sacrificado su vida a la par que la mía y con la que me casé enamorado; mis hijos son producto de su tiempo, y es natural, pero no me han dado un motivo de queja importante, al contrario, de ellos solo puedo decir que son excelentes personas.

    ) Cuál es entonces la razón de este estado de ansiedad que me invade? Y aquí entran en juego una serie de sutilezas inherentes a todo ser humano, de difícil explicación y de más difícil análisis. Sí, porque son  deseos, renuncias, intenciones, que han ido dejando su huella en la propia personalidad; que no pueden ser compartidas, ni entendidas, ni puestas en tela de juicio porque en ellas el único juicio que prevalece es el del propio individuo, el del propio yo.

Y es ese yo, cautivo durante tantos años, el que ahora reclama, en un último intento de rebeldía, su propia parcela de vida única y sagrada. Tan única, tan intransferible, que está por encima de lazos, de vínculos, de afectos...

)Quien puede saber, si no la propia sangre, que este hombre  sometido a autoanálisis aún reclama ternuras infantiles; que aún sueña con aquel amor que nunca llegó a encontrar en su forma más plena; que aún trata de asimilar las carencias físicas con las que ha tenido que hacer frente a sus fracasos; que aún llora , o se ilusiona, o espera el milagro de destacar en las letras? Que esa es otra; toda la vida escribiendo y )para qué? Aquí está todo, almacenado en un cajón sin orden ni concierto; esperando el momento en que pueda ir grabándolo en el ordenador, si es que, cuando vuelva a releerlo, algo merece la pena.


Escribir ha sido para mí una necesidad. Desde que yo me recuerdo, siempre me veo escribiendo; supongo que eso le pasará a mucha gente. (Y si todos sueñan con triunfar...! Yo siempre he sido sencillo. Mi vocabulario es reducido, así que no he podido jugar con las palabras como hacen los intelectuales; he escrito más guiado por el sentimiento que por la creación literaria. A pesar de todo - y permítanme la vanidad - algún que otro premio he conseguido.

Fui un mal estudiante de bachillerato. Y es curioso, porque fui brillante en eso que entonces se llamaba primera enseñanza. Mi maestro Don Cristóbal siempre me lo ha recordado cuando, ya adultos, hemos repasado viejos tiempos. Llegué demasiado pronto a aquello que se llamaba "bachillerato laboral". No quiero quitarme culpas, pero el sistema, apenas experimentado, me dejó en la cuneta. Yo tenía inquietudes, pero a los diez años lo que más me gustaba era jugar. Jugar y leer tebeos o cuentos del Capitán Trueno y de Roberto Alcázar y Pedrín. Pero el tiempo pasó y cuando quise reaccionar, Fue demasiado tarde...

La vida ha sido dura conmigo, un pulso constante el que he tenido que ganarle. A los ojos de mis convecinos soy un triunfador; he logrado una posición estable partiendo de la nada.         Y aun  así, hoy, me siento derrotado. Porque la vida no es la posición social a la que uno tiene la suerte de llegar. Y digo suerte, porque por mucho que uno se esfuerce  si las cosas se tuercen no hay nada que hacer. La vida es la sensación de plenitud que invade al individuo; algo así como un estado de gracia al que en pocas ocasiones se accede.


La vida es deseo constante, sueños, inquietudes, libertad para morirse en una esquina si el corazón se siente cigarra, o para caer en la tentación si la tentación está buena. La vida es absorbente, acaparadora, egoísta, inmoral, ladina, pérfida, perversa, traidora, perezosa, ramera... La vida es generosa, sacrificada, equitativa, consecuente, bondadosa, noble, inmensa, única... Porque la vida es todo lo que los humanos somos capaces de sentir en la individualidad de nuestros genes. Se han necesitado siglos de entrenamiento, millones de intentos, innumerables pensadores, poetas, políticos, ideólogos, observadores, soñadores... para conseguir encauzar esta fuerza imperiosa que pulula incesante por todos los rincones que es capaz de conquistar; para domesticar la visceralidad y el ímpetu que la enfrenta a sí misma. Y aun así, la vida sigue dando muestras de su rebeldía, de su crueldad, de su soberbia, de su magnanimidad; de su derroche en definitiva...


Yo no soy un bohemio; y no es porque mi camino estuviera trazado de tal o cual manera. Mi camino estaba diáfano, expedito, inmaculado- como todos los caminos que lo son de inicio- esperando mis primeros pasos - esos que das asido a una mano segura-; son las circunstancias, las que definen la reacción del ser; es el entorno el que abre las ventanas del infinito o cierra los postigos del alma a la desbordante luz que encharca las ideas. La penumbra se adueña de todos los rincones y ya solo queda pasar de una a otra orilla intentando salvar las turbulencias de una corriente impetuosa. Yo pude ser un río, pero soy un embalse. No sé si es mejor o peor. Al final parecerán inciertas todas las referencias. Pero hoy, en la antesala del último vía crucis, arrojo los cilicios con rabia denodada y destrono la cruz que me somete. Y quisiera entonar una canción beoda e insolente contra toda opresión y tiranía;- yo, el más opresor, el más tirano, tirano de mí mismo, opresor de mis propias flaquezas- porque en algún lugar de mi subconsciente, están los sueños de libertad que alguna vez tuve, las ilusiones que casi nunca hice realidad, los deseos que quemaban por desconocidos...

Abomino de esta oscuridad en la que me encuentro y reclamo la luz que por derecho me corresponde. La vida es una historia irrepetible; un ascua incandescente que va arrojando al aire sus sueños de ceniza, sus pavesas anónimas.

Una vida entera no basta para aprender a vivir; quizás por eso alguien comenzó a hablar de eternidad, esa necesaria artimaña para no caer en el desencanto. Creo en la eternidad, en la armonía de los elementos, en los sentidos de la materia. Pero sé, que una vez traspasada esta barrera, nunca volveré a lograr la plenitud por el descubrimiento de una palabra, por el desarrollo de una idea, por la realización de una empresa, por el amor correspondido; tampoco el desencanto, el dolor, la tristeza... esas sensaciones tan humanas , tan propias del caos que supone ser persona.

La eternidad existe. O no existe. Acaso de eso sabe más el bohemio que nada planifica, que no hace un drama de su supervivencia. A quién le importa una vida; particularmente la del vecino molesto, insumiso, anárquico. Todos, sin exclusión, nos sentimos el ombligo del mundo. Incluso los sabios, los anacoretas, los misioneros, los peregrinos, los artistas; la vida empieza y termina en nosotros; todo gira y se desarrolla en torno nuestro; después están los demás, pero después de haber satisfecho nuestro insaciable egoísmo; o sea, nunca.

Puede que cuando este caos estalle renazca el silencio de la nada, el más perfecto poema que alguien haya podido componer. Y nosotros seremos parte del poema, como esa palabra precisa y preciosa que tiene un significado propio, pero que nada es sino en función del resto.

Pero ahora somos -principalmente- estómago. En este momento, mientras reflexiono sobre lo humano y lo divino, mi estómago está ansioso por devorar el puñado de frutos secos que tengo en el bolsillo. Es un síntoma de que, si verdaderamente tuviese hambre, devoraría lo que se me pusiera por delante. Complicada materia la nuestra, capaz de la sublimación y de la vileza. ) Quién puede predecir sus reacciones en una situación extrema? Incluso en una situación cotidiana no siempre se reacciona de la misma manera. En todas ellas tiene mucho que ver el estómago; él es nuestro verdadero amo; el bufón que nos encandila con sus piruetas si está saciado, o nos odia a muerte si no se siente satisfecho.


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    Acabo de releer lo escrito hasta ahora; no está mal, han transcurrido varias semanas desde el anterior punto y aparte; no sé si encuadrarlo como ensayo o como relato. Desde luego algo he aprendido con su lectura, y es que uno puede exprimirse hasta la saciedad, descubrirse constantemente en esa corriente que nos anima, sentirse en comunión con el orden establecido y creerse, además, que lo que dice es cierto.

La capacidad de observación, de autoanálisis; el afán de aprender de cada acción que uno inicia; la intuición que te permite llegar a conclusiones arriesgadas y que necesitarían de un proceso mucho más complejo, son recursos que el propio ser va adquiriendo a partir de la reflexión previa.

Y aquí entra en juego el incansable, el único artífice de este milagro que supone sentir, oler, gustar, acariciar, hablar, reír, soñar...Tan escondido, tan silencioso, tan inadvertido en una primera mirada que han sido necesarios millones de años para descubrirlo. No sé si mi cerebro será grande o pequeño; si trabajará al cien por cien de sus posibilidades; si será más o menos limitado en relación a su cavidad craneal. Solo sé que trabaja en función de mi propio yo, que me ama, que acepta mis limitaciones físicas, que se adapta a mi espacio, a mi entorno, a mi circunstancia...

Hubiera podido mi organismo ser cualquier especie en función de la escala animal y mi cerebro se habría adaptado a esa nueva situación con un único afán de servicio, de entrega, de puesta a punto.

Voy a atreverme a hacer una modesta observación fruto de una reciente anécdota: Mi perro, Yaco, sufrió una indigestión, empacho, atracón o vaya usted a saber qué desarreglo intestinal, que le dejó en una lamentable situación; vómitos, diarrea, inapetencia, debilidad corporal... Pensé en la necesidad de llevarlo al veterinario, pero de pronto, oí su rítmica succión en el cubo de agua que normalmente tiene lleno para saciar su lujuriosa sed. Bebió, insaciable, varios litros que luego vomitó; repitió el proceso a lo largo del día siguiente en diversas ocasiones, rechazando la comida que, normalmente, engullía. Fue después de este proceso, cuando, atendiendo a su olfato, comió tímidamente los primeros bocados del resto de un suculento cocido... MI perro, se había hecho, sencillamente, un lavado de estómago; algo que la ciencia utiliza en medicina como fruto de infinitos experimentos.



El cerebro de mi perro no es inteligente, dicen, quienes miden los baremos de inteligencia en función de la humana; yo creo que el cerebro de mi perro no necesita desarrollar más inteligencia que la que requieren sus funciones. Por lo tanto, el cerebro de mi perro, como todos los cerebros de todos los animales de la tierra, está adaptado a las necesidades de quien lo posee. ) Puede haber mayor prueba de inteligencia?

Y aquí estamos, mi cerebro y yo, totalmente adaptados, buscando la manera más coherente de cerrar esta narración. No ha habido un hilo conductor propiamente dicho; ha sido un bucear constante por esas pacíficas lagunas del subconsciente; tampoco pretendo nada definitivo, -solo ganar en algún certamen para, luego, poder presumir con la placa acreditativa- creo que todo está dicho desde hace tiempo y desde todas las vertientes, por lo tanto )qué otra cosa puedo hacer, sino acrobacias?


Esto ha sido, solamente, un ejercicio de recreación, un solitario juego sin reglas ni adversarios; un intento  de vuelo sin motor deslizándome a merced de las corrientes que, voluptuosas, inundan mis sentidos. Esto, amigos, es la vida.