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miércoles, 23 de abril de 2014

HACIA LA LUZ (a mi padre)


                                          
He seguido las huellas de tu último viaje
por un bello paseo de jóvenes cipreses.
Era una tarde limpia, de cálidos matices,
perfecta para un alma que rompe el cautiverio.

Con profundo respeto, cuatro sepultureros,
han bajado despacio tu cuerpo hasta el abrigo
de esa postrera estancia silenciosa y profunda
donde ya no habrá miedos que laceren tus huesos.                              

Y han cruzado mi mente las trágicas imágenes
de tu rostro agotado y tus manos nudosas;
de tu cuerpo vencido  y tus ansias de muerte;
de tu estoico silencio marginal y preciso.

Te recuerdo como eras en aquellas secuencias
que aún mi cerebro guarda celoso de tu imagen:
Centinela del alba despejabas las sombras
que tejiera la noche sobre todos nosotros.

Era tu mano sabia la mano de un poeta
que escribiera en los surcos los versos más sublimes.
A tu lado aprendimos que vivir es ganarse
el pan cada mañana con sumisión y entrega.

Las huellas de tus pasos jalonaron las lindes
de una heredad  que acaso semejara a tu madre
-tal era el sentimiento de amor con que cuidabas
las verdes extensiones de inciertas esperanzas-.

              
              Y ahora habitas la tierra desnudo de impaciencia,
sabedor de que has hecho la labor asignada.
Nadie podrá negarte tu reposo perpetuo
que acaso es comparable al del vientre materno.

Todo será ligero como la misma esencia
donde germina el tallo frondoso de la vida.
Y tú podrás sentirlo -tan dentro estás de todo-
como un hálito fresco invadiendo tu alma.

Porque esa es la promesa de vida que nos salva
de este lento víacrucis donde el sol se deshace.
Y en tu noche constante -marinero de espigas-
volverán las estrellas a servirte de norte.

Ahora tú formas parte del sol cuando amanece,
de la brisa que llega como dando un abrazo,
de la gota de lluvia que se agolpa en torrente,
del azul de la nada,  del silencio del mundo.

Ahora tú eres el germen, la perfecta armonía
donde todo se ensambla para ser nuevamente.
Por eso no estoy triste a pesar de tu ausencia
y siento que el poema me llega de tu aliento.