Entradas populares

lunes, 21 de abril de 2014

EL RESCATE DE ELIAN. (Una historia de pateras)

No sé si recordarán el caso de Elian. Ocurrió hace bastantes años. Las televisiones se hicieron eco del suceso y lo utilizaron como carnaza para emitir noticias y más noticias. Era la historia de una tragedia en una patera que trataba de salir de Cuba. Yo escribí el artículo que ahora rescato y que traigo a este blog porque aún la situación que planteo sigue produciéndose.



Sobre el alma curtida de la Tierra se aloja un nuevo llanto. Acaso será el llanto más contado de la Historia desde que el rey Boabdil entregara la ciudad de Granada y su madre con una arrogancia inusual en una madre le dijera aquello de ALlora como mujer lo que no supiste defender como hombre@. Y es que la historia se nutre de momentos, de pinceladas, de circunstancias que casi nunca han contado los protagonistas. Seguramente el rey Boabdil tendría una contestación para aquella lapidaria frase; posiblemente, llorara también por aquella muestra de rigor e incomprensión con la que pasaría a la Historia tan a su pesar.

Son esos instantes los que anulan la verdadera trama por la que transcurre la vida; esa vida que llora en tantos lugares del planeta y a la que estamos tan acostumbrados que ya sólo nos produce  indiferencia.

El llanto de Elian tiene varias etapas: La primera - que no llegaron a captar las cámaras-, fue un llanto de desolación frente a la inmensidad de un mar que le había arrebatado del último abrazo de una madre angustiada. Un llanto que no entendía de ideologías ni de razones para arrojarse a las tinieblas en busca de la libertad; un llanto desposeído del más mínimo rencor hacia quienes provocaban situaciones tan dramáticas desde las poltronas del poder insensato.

Fue después el llanto convulsivo de quien ve que la vida le abre de nuevo los brazos, aunque estos fueran rudos brazos de marinero, tan distintos de aquellos otros que el agua se llevó cuando más los necesitaba.

Pero no terminaba aquí el llanto del pequeño superviviente que, de la noche a la mañana se vio rodeado de todo lo que nunca pudo imaginar. De pronto era el Rey del Mundo y fue su llanto, esta vez indefinible, una muestra más de la equívoca unción con la que nos atrapa el consumo. Fue suficiente tan corto espacio de tiempo para que un pequeño ser, zarandeado por  todas las corrientes que hacia él se dirigían, se manifestara como el epicentro de una convulsiva guerra dialéctica en pro y en contra de su posible destino. )Qué destino podría ser mejor que el de no haber tenido que desprenderse tan trágicamente de los brazos de su madre?

Sin embargo, no parece importar a nadie la dramática razón de la situación del pequeño Elian. Todos quieren ponerse la medalla del humanismo, de la solidaridad, de la entrega generosa. Sus familiares exiliados, los cubanos exiliados, los cubanos de la isla, el mundo entero dividido sobre la manera con la que se debe actuar en esta delicada situación.

No entraremos en valoraciones sobre el cómo se debe solucionar este problema; pero sí lo haremos sobre el porqué. Y el porqué no es otro que la opresión que se ejerce sobre un pueblo sometido a una férrea dictadura; una opresión endulzada con los cantos de sirena de unas consignas arcaicas y fuera de lugar que prometen un paraíso a todas luces imposible. Es probable - es seguro- que el mundo necesite una nueva remodelación de sus ideologías para que nunca puedan existir situaciones de fuerza que anulen al individuo. Claro, que mientras tanto, tendremos que escuchar muchos llantos sobre esta Tierra que, lo entendamos o no, es la Tierra Prometida.

Al llanto de Elian, al terrorífico llanto provocado por la absurda manera de dar fin a este asunto -)No habrá cuerpos de psicólogos especializados en tragedias?- debemos unir los llantos silenciosos de quienes mueren sin sospechar siquiera que existe otro mundo; el llanto silencioso de quienes llegan a la vejez desprovistos del más elemental derecho humano: el del amor; el llanto silencioso de quienes ni cuenta llevan ya de los días que hace que no han comido; el llanto de los supervivientes de las bombas de Nepal o de Hiroshima ; el llanto de las víctimas de todas las guerras provocadas por la incomprensión y el fanatismo. El llanto...

Y, como siempre, la pregunta que nos muerde, que nos corroe, que nos llena de impotencia ) Qué puedo hacer yo? También nosotros podamos hacer algo al respecto: Ser críticos con quienes tienen el poder; exigirles que en sus programas se planteen soluciones globales, acuerdos internacionales, medidas integradoras para que la humanidad -Una- sea merecedora de habitar sobre esta tierra. Es posible. Hoy, es posible.