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miércoles, 29 de octubre de 2014

POBRES POETAS LOS QUE AÚN SOÑÁIS.


Iba a comenzar este poema diciendo
que un hombre sólo es igual a otro hombre
cuando ambos están desnudos.
Definitivamente, estaba equivocado.
Ni siquiera en esa extrema situación
hay dos hombres que puedan considerarse iguales.
Explicación:
La desnudez también provoca agravio comparativo;
la belleza corporal es una posesión, otra más
de las muchas que hacen al hombre egoísta.
¿cuál sería, entonces, la cualidad necesaria
para que dos hombres puedan considerarse iguales?:
La sabiduría.
Sólo a través de esta virtud,
adquirida tras siglos y vidas de búsqueda
puede llegarse a la obligada conclusión
de que si bien para que dos seres humanos sean iguales
deberían darse una serie de circunstancias
de difícil ejecutoria, es, la sabiduría, tan escasa,
y de tan difícil manejo, la única herramienta
con la que puede acometerse tal intento.


No es igualdad, en este caso,
sinónimo de repetido. No lo quieran los cielos,
y mucho menos los infiernos.  Igualdad,
significa, en este caso, derecho a:
gozar de las mismas oportunidades que los que tienen oportunidades,
partir y compartir el pan nuestro de cada día,
estar integrado como el que menos
en los proyectos sociales de los gobiernos,
tener acceso a una vivienda digna,
a un trabajo digno,
a ser mirado dignamente
independientemente del color de la piel o del lugar de procedencia,
poder acceder a un pañuelo (entiéndase como metáfora)
cuando haya que enjugar las lágrimas de la desesperanza
(váyanse poniendo a continuación,
aquellas ocurrencias que cada cuál considere lógicas).
Y cuando esta igualdad sea posible,
seguir teniendo la posibilidad de corregir
las desigualdades a las que esta nueva situación, dé lugar.

¿De manera que, esto, no es poseía?
No, ya sé que hoy la poesía está en los anuncios de eau du lo
(que no sé por qué casi siempre tienen que pronunciarse en francés),
en toda la engañosa publicidad con la que pretenden vendernos
una estancia de tres días en una isla paradisíaca,
en las guías comerciales, en las rutas turísticas,
en las cartas de menú de los restaurantes más cotizados,
en los cruceros de placer,
en las promociones de los hipermercados,
en la denominación de los artículos de belleza...
¿que no se lo creen?,
enciendan la tele,
lean las revistas,
vayan a una agencia de viajes.
Compren, señores, compren, la poesía del nuevo siglo.
Pobres poetas los que aún soñáis con redimiros a través de la palabra,
con encontrar belleza en una lágrima,
en el gesto desvalido de un inocente,
en las bolsas de pobreza que origina la desigualdad.
Os dirán que estáis locos,
que esa no es la función de la poesía,
que todo poeta que se precie debe perseguir la originalidad,
los nuevos ismos de nuestro siglo consumista.
Pobres poetas los que aún soñáis.