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jueves, 10 de julio de 2014

MEMORIA DE UNA CASA (Estampas costumbristas)


No sé porqué tengo que guardar silencio y sufrir humillaciones, vejaciones. abandono, ingratitud... 
¿ Acaso no he sido yo entrañable y acogedora? ¿ No  he aguantado el paso de los años soportando fríos intensos, calores achicharrantes, vientos huracanados, lluvias torrenciales ? ¿ No he vivido más de dos siglos siendo el refugio de quienes han traspasado mi umbral ?¿ No he alumbrado vida ? ¿ No he dado el último adiós a los que se fueron antes que yo ? ¿ No he tenido entrañas ?

Si es así; y todos lo saben ¿ porqué me han sumido en este abandono ? ¿ Por qué a nadie importo y dicen ahora que no soy confortable, que la humedad corroe mis paredes, que es mejor hundirme y hacer un bloque de pisos como estos de enfrente, que maldita la gracia que tienen ?

Estoy aquí, anclada en esta calle -una de las más hermosas del pueblo- viendo como han transformado conceptos urbanísticos y costumbres peculiares. Y no sé si sentirme orgullosa por mantenerme todavía en pié  o llorar desconsolada por el abominable acto de vandalismo que han cometido con las casas que, como yo, dábamos identidad a un pueblo grande, acogedor, importante creo ; manchego sobre todo ; encrucijada de caminos...

" Cañada Real Soriana "  reza un cartel que solo saben descifrar los del pueblo, tan deteriorado está , tan en desuso. Recuerdo cuando pasaban por mi puerta los grandes rebaños de merinos levantando grandes polvaredas; la voz recia de los pastores ; el ladrido de los mastines ; el dolondón de las esquilas ; la ingente masa borreguil apretada y torpe; cruzaban nuestro pueblo , mi calle , en busca de mejores climas para asentarse durante los meses de invierno . Y yo aquí, tan en mi puesto, tan acogedora,  tan blanca como si fuera de nieve en medio de esta desolación de llanuras áridas , tan llena de vida, que al buen pastor se le venían los ojos hacia mis ventanas, tal vez añorando la paz de su casa.  ¿ Pero a quien importa eso ahora ? Nadie se ha preocupado de conservar un estilo urbanístico que pudiera decir al visitante : " Sigues estando en la Mancha". Ni los legisladores ni los propios dueños que así que han podido han demostrado tener mal gusto y pocos escrúpulos. Fijaos en la variedad de estilos - ¿ estilos ? - que conforman la calle : Azulejos en los zócalos, miradores de dorado aluminio, aleros cojitrancos y desproporcionados ...( yo creo que eso lo han hecho para demostrarle al vecino quien era más importante ). Y, de pronto, comou una gigantesca seta, surge  una mole impresionante sin orden ni concierto; no me extraña que los lugareños lo llamaran el edificio de la leche, pues acostumbrados a divisar las esquinas del pueblo sin levantarse del suelo, se encontraron de golpe con aquél mazaquote y no tenían por menos que exclamar : " Vaya leche".

La verdad es que me divierte saber que soy la única casa que aún conserva su sabor tradicional. Pero me entristece ver que pertenezco a una ciudad que no ha sido capaz de guardar su identidad. Dicen los más viejos del lugar, que junto con Almagro y Villanueva de los Infantes nos llevábamos la palma por nuestro estilo urbanístico - ejemplar a través de los siglos - y que aunque no estamos como  el Toboso o Argamasilla de Alba  unidas a la literatura Cervantina , éramos tan manchegas como ellas ; con nuestros zócalos de azulete y las paredes encaladas y prietas. Aún me parece notar el golpe pausado del pisón , insistente, preciso , formando mis tapias ; aún me parece ver al hombre curtido y recio que lo manejaba limpiándose el sudor con su pañuelo de yerbas. Pero aquello es agua pasada; suerte que aún quedan algunos rincones que quizas por despiste o por dificultades económicas se han salvado de la quema y junto a algunas casas solariegas de recia raigambre  siguen recordando que nuestro pueblo también pertenece a la Mancha. Porque mucho vino Yuntero, mucho Torreón,, mucho queso, mucha jotica. ¿ Y para qué si no han sido capaces , no ya de mantener las casas de sus abuelos , si no de hacer una ciudad coherente, convirtiendo la nuestra en un muestrario de abalorios?

Yo sigo aquí por pura casualidad ; pero cada vez más abandonada. El frío rezuma por mis oquedades - más lacerantes cada nueva estación - y no hay nadie capaz de darme un mal enjalbiego."Así se pudra", pensarán mis dueñas que solo han estado pendientes de sacarme el máximo rendimiento con el menor gasto. Gracias a la vecina, que aún mantiene mi aspecto exterior como buenamente puede. Pero mi interior es cochambroso. Fijaos en mis paredes desnutridas y abultadas: en los desconchones que me desnudan y desprotegen del agua y de los hielos, en las puertas destartaladas, en las rejas herrumbrosas; en la maleza que se acumula sobre mi tejado. Me están matando lentamente. Ni siquiera voy a morir con la dignidad de quien sabe que ha llegado su hora. ¿Hasta cuando este maltrato ? ¡ No, no me lo merezco !.

Fijaos en la puerta de la cueva, podrida y carcomida. Nadie baja siquiera sea a sentir mi vaho maternal; mi frescor en el verano o mi calidez en el invierno. Antes sí, antes bajaban patatas, fruta, agua, leña ...; era el alma de la casa. Pero llegaron las neveras y si te ví no me acuerdo. Aquí no baja nadie desde que Sánchez Megía murió en aquella fatídica tarde de Agosto en nuestra plaza de toros . Y qué decir de los cachivaches que en su día fueron imprescindibles y que hoy aguantan en las estacas su impuesta invalidez. Ahí está la caldera de cinz , y el zaque dispuesto a seguir bajando a las entrañas de mi pozo y la garrucha medio oxidada que chilla como una loca si alguien intenta girarla, y la artesilla, y la tabla de lavar, y el cordel del pozo medio destrenzado y áspero, inservible ya para su función.¡ Qué de bodegones habrá podido pintar nuestro paisano  Antonio Iniesta! ¡ ¡ Qué de vida concluída, olvidada, perdida en los arcanos de un tiempo que ya es historia !

Hay algo, sin embargo que me mantiene viva : es el recuerdo.En mis dependencias, como en las  de todas las demás casas, se crearon unos vínculos de vecindad que superaban a los de la sangre. " Más que de familia " decían unas vecinas de otras cuando hablaban con alguien que no era de la casa. Y era cierto porque entonces todo era comunitario : El cuidado de las macetas, el enjalbiego del patio y del corral, el rito de salir a barrer la puerta de la calle cuando aún las claras del día no habían roto la oscuridad de la noche, mientras los hombres y los zagales aparejaban las mulas y las enganchaban en el carro y los gatos ronroneaban al calor del fuego que, en la cuadra de lavar, ya habían encendido las vecinas con una buena gavilla y un montón de cepas para calentar el agua que serviría para la colada... Era un buen lugar esta dependencia;  mientras en la artesilla se dejaba la ropa en remojo para que  el ojo ablandara la suciedad, quedaba tiempo para la confidencia, para el chisme, para la crítica. No importaba el frío, ni los sabañones, ni el aire que se colaba por la rendija de la puerta mal ajustada, ni el humo que revocaba de la chimenea que no tenía buen tiro ; nada de esto importaba si el comentario era sabroso :- ¿Sabes lo de la "fulanica" ?.- Sí mujer, la hija de " la menganica ".- Se la ha dejado el novio en puertas de boda y con la casa puesta... Ya había materia suficiente para soportar la dura mañana invernal. Otras veces eran las canciones coreadas por todas las que daban al lugar una peculiar y entrañable complicidad.

Entonces yo era feliz, me sentía querida; la vida se desgranaba por todos los rincones estableciendo un vínculo entre mis moradores y yo, como si por mis tapias - hechas de tierra - corriera su misma sangre. 

Cómo no recordar aquellas entrañables veladas en las horas en que el tórrido calor disminuía y los vecinos se sentaban en la puerta, sin prisa ya, a saborear aquél vientecillo que a intervalos se levantaba haciendo exclamar a la hermana Lola: ¡ " uy que gustico" ! . La vida , entonces, transcurría plácida y tranquila; sin los agobios y las apreturas que ahora tienen que soportar los nuevos modos en los que todos corren arriba y abajo como alma que lleva el diablo ; como si la vida se les fuera a acabar en un momento y no les diera tiempo - que no les dará - a realizar tantos proyectos como tienen ; a utilizar tantas cosas de las que disponen; a llegar a tantos lugares a los que quieren ir...

Me dan pena; porque se están equivocando. La vida es otra cosa. Y lo digo yo, que llevo doscientos años viéndola pasar desde mi acera. Se ha perdido la sonrisa , la fraternidad ... hasta el saludo: .- " Adiós chico, siempre ha habido ricos y pobres ". - "Perdona, no me había dado cuenta, llevo la cabeza en tantas cosas "... Pero cómo puedo decirles yo, que estoy condenada al olvido , que deben frenar sus impulsos, que deben buscar su felicidad en las pequeñas y cotidianas cosas , que un gesto amable , una sonrisa, unos minutos de conversación, no van a romper sus esquemas y les hará sentirse más humanos y más arraigados a su lugar de origen. Cómo decirles que han perdido la perspectiva y que han emprendido una huída hacia ninguna parte en busca de no se sabe qué apetencias.

La sabiduría no quiere prisas, pero ahora hay pocos sabios. Sabio es mi amigo Rafael, el indigente que vive en las "cuevas del Cerro del Moro ". Tiene setenta años y lleva bastantes avecindado en esta localidad ; es un gran aficionado a la música ; todos los jueves  por Semana Santa , como la procesión pasa por mi calle - no en vano he dicho al principio que estoy situada en una de las mejores del pueblo -  lo veo cruzar junto a la banda municipal  con su pelliza raída y su cara de buena persona ; le encantan las marchas de procesión; todos en el pueblo sabemos que vive de su humilde pensión social y que es feliz. No necesita nada que no posea : lumbre en su chimenea, comida caliente que él mismo se guisa , un pozo cercano que cubre sus necesidades de agua, alguna manta, una - aunque raída- confortable pelliza y unas botas deslucidas que debieron ser de calidad hace veinte años. Pero es feliz, al menos eso dice él, cuando frente a mi puerta se para a hablar con su amigo el músico. No ambiciona nada, solo tener salud y ver pasar la vida desde la puerta de su covacha. Es experto en amaneceres, en puestas de sol, en meditaciones profundas; es, como yo, uno de los pocos vestigios de otra forma de vida que a mí me parece más hermosa que la actual.

Ah, si tuviera que hablar de las buenas gentes que han compartido conmigo sus vidas. Tendría materia para llenar un libro mucho mayor que "El Quijote"; algún día lo haré (si no me derriban antes ) y hablaré del hermano Damián llamado por mal nombre "cagachinas"; de Andrés, el zapatero remendón que casi siempre llegaba "cargado" del mejor vinillo que vendían por cuartillos en la taberna del " Menano"; de  la abuela Dolores que cantaba la jota de Manzanares como nadie; de Javi , el niño que murió cuando acababa de tomar la primera comunión...¡ Son tantas historias , tanta vida compartida...! Ya solo me queda la hermana Antonia - ya imagináis que "hermana" es una forma cariñosa de llamar a los mayores por estos  lugares - tan viejecita ella ; tan sola en esa triste habitación del rincón detrás de la cortina . Noventa años tiene ya y no quiere perder su independencia. Un día se la van a encontrar tiesa como un pajarico. Lo de su independencia es un decir, porque ya podía su hija buscarle un hueco en su casa ; claro que a lo mejor la hubieran matado ya de un disgusto ¡ porque la hija...!, ¡ y no digamos el yerno...!. Pero mejor no hablar ; si hay Dios ya se encargará de que su justicia divina llegue adonde no llega la de los hombres. Porque cuantos habrá que se hayan ido al otro barrio con fama de buenas personas y no han sido capaces de tener ternura ni tan siquiera con la madre que los parió . Pues ahí está la pobre mujer aguantando como puede con la única compañía de una radio gangosa y atronadora que no apaga ni para dormir; haciendo su comida en el "infiernillo" -que algún día le va a explotar o le va a quemar los vestidos- y rumiando su soledad con la esperanza de salvar el crudo invierno. Porque a pesar de su edad , es un puro nervio ; su cuerpo es un esqueleto que oscila desequilibrado sobre dos piernas rígidas que mueve como a pequeños saltos dando a su andar un peligroso bamboleo ; me da pena ver su escaso pelo tan poco limpio que a saber quien le peinará ; supongo que su hija de Pascuas a Ramos; o puede que la vecina, porque como ya he dicho anteriormente llegan antes que la propia familia.

Y pensar que  la recuerdo como si fuera ayer... Nada se le resistía ; entonces era joven. Y limpia como la que más ; solo había que ver los colores que llevaba su hija de tanto frotarla para quitarle los churretes. Entonces la hermana tenía la voz timbrada y cantaba la jota de Manzanares como nadie; entonces la hermana, se levantaba con las claras del día y se iba a rebuscar patatas, o melones, o uvas, según la ocasión, aventurándose a que " el viscoeltrén " o cualquier otro guarda rural de los que se creían los amos por haber pertenecido a los " nacionales ", le dieran un susto de muerte ; entonces ,la hermana, luchaba con la fuerza de una leona para mejorar el exiguo salario de su marido que no alcanzaba para comprar el tazón de leche que daba a su hija ; entonces la hermana no tenía los ojos apagados, ni el vigor perdido, ni la soledad como única compañera...

"La hermana" y yo somos dos ruinas a quien nadie presta ya  atención. Nos han condenado a morir en el más absoluto de los olvidos..- " Lo que el cuerpo aguante " dice alguna vez la hermana hablando sola ;.- "Lo que el cuerpo aguante " , respondo en un eco que sale de lo más hondo de mi ser.

Y es que es lo que yo digo : - ¡ No se porqué tengo que guardar silencio y sufrir humillaciones, vejaciones, abandono, ingratitud...! ¿ Acaso... ?