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sábado, 28 de junio de 2014

EFECTO CONTRARIO

CAUSA  Y  EFECTO.

Todo movimiento  o acción, tiene su efecto contrario o distinto a la causa que, en principio, lo originó: lo que sube, baja; lo que acerca, aleja; lo que se infla puede estallar; lo que calienta quema;  la claridad provoca daños oculares; la confianza, mata; el exceso, daña. Y así, podríamos seguir agregando los ejemplos que a cada uno se le ocurran. Dependerá del método y de las circunstancias: (intensidad,  intención, pretensión,  dosis a aplicar, etc.), que el efecto conseguido sea el que nosotros queremos y no el que dé al traste con nuestros propósitos.
Y hecha esta introducción, un tanto aleatoria, pero fácil de entender, voy a lo que pretendo (si lo que pretendo, soy capaz de sintetizarlo en este comentario):

Por sentido común (que no es ninguno de los sentidos que el cuerpo posee, pero que tal vez sea el mejor de los sentidos), deberían  darse cuenta nuestros gobernantes de que las medidas que se aplican por decreto, o haciendo tabla rasa con lo establecido o con lo que hasta el momento del cambio,  era norma, no son siempre las más idóneas, o no repercuten de igual manera en todo el mundo: 

El matrimonio homosexual, o la ley del aborto, por ejemplo, o la eutanasia si llegara a legalizarse alguna vez (a cosas peores se les da cabida en la legislación), son  medidas que, en su día, y siempre, por causas morales,  tendrán detractores,  pero se consideraron  necesarias (también por causas morales), para  un sector de población que  precisaba de ellas, aunque quienes no opinaban así, las pudieran tachar de inmorales o improcedentes.  ¿Son buenas?, ¿son malas? Son medidas simplemente. Que, por la teoría  que aplicábamos en nuestra introducción,  tendrán sus inconvenientes, pero que  en nada atentan contra quienes  no quieran ponerlas en práctica y facilitan la situación  legal  de quienes se acogen a ellas. Otra cosa sería la interpretación moral, o de doble moral,  o incluso hipócrita, con la que pudieran entenderse determinadas leyes. Pero creo que una de las premisas del legislador, si de verdad quiere establecer las leyes desde el rigor y la justicia, debe ser la de legislar para todos (los que los votan y los que no los votan) de acuerdo con los tiempos en que se vive. Creo que el legislador no cumple su misión si a la hora de legislar, sólo piensa en sus votantes o en los que tienen su misma ideología, porque en democracia, o mejor dicho, la democracia,  es intentar que la soberanía popular, representada en el parlamento por los distintos partidos políticos elegidos mediante sufragio , no se sienta marginada, excluida , desprotegida, o ignorada por quienes tienen la obligación moral, social y política de representarla y protegerla  Nadie como digo está obligado a abortar, pongo por ejemplo,  o a poner en práctica medidas que no le satisfagan,  por mucho que las leyes faciliten la labor a quien lo considere vital, o simplemente necesario. La vida es sagrada, por supuesto. Pero siempre. No se puede considerar sagrada la vida del no nato, que lo es, aunque algunas  circunstancias - a las que aquí no nos vamos a referir por estar ya valoradas-,  consideren inviable el nacimiento,  y mandar a los jóvenes a morir o a matar en aras de unos intereses  patrios. O empujar a la gente al suicidio porque su situación económica es insostenible. O dejar que la hambruna mate a miles de niños en países subdesarrollados. ¿Demagogia? Es posible. ¿Pero qué no es demagogia?

La convivencia es un ejerció de educación, de inteligencia, de tolerancia. ¿Cómo podrían convivir si no, creyentes y no creyentes;  conservadores y progresistas, blancos y negros, altos  y bajos, listos y menos listos, aficionados a los toros y detractores de los toros…?

Todos debemos ceder un punto en nuestros criterios en aras del bienestar común. Ya sé que es difícil; que si después de tantos siglos no se ha conseguido una convivencia pacífica entre todos los seres que habitamos este planeta será porque no es fácil. Pero esa es la tarea del hombre actual, en un mundo complejo en el que  los criterios están fundamentados en nuestro personal entendimiento por encima de credos y consignas: conseguir que la vida  pueda desarrollarse armónicamente en función a lo que cada cual decida dentro de un marco de posibilidades establecidas por ley.


Corto aquí. Sé que es un artículo correoso y polémico (sobre todo, por la materia que trata y por la radicalidad con la que se suelen afrontar estas cuestiones). Y que me atrevo a opinar de algo sobre lo que es difícil sentar bases. Pero qué quieren. Si estas meditaciones no se las cuento a ustedes ¿a quién se las cuento? Consideren que estamos en una apacible tertulia y que la conversación es larga…