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martes, 10 de junio de 2014

COMO PARCHE DE TAMBOR.

Este poema me lo publicaron en un libro conjunto titulado POEMAS AL DIRECTOR. El libro cumplía con su venta una labor social. Si alguien estuviera interesado en su compra puede acceder a la página de este blog titulada LIBROS. En ella se dan las orientaciones sobre el libro y cómo adquirirlo.


Hoy es uno de esos días en los que estoy convencido
de que el poema debiera ser de sangre.
Debiera sangrar por cada sílaba
como si las sílabas fueran heridas a pie de poema.
Debiera impactar como esas fotografías
que dan la vuelta al mundo en cuestión de segundos
denunciando atrocidades, o simplemente
haciéndose eco de nuestra abominable realidad.
Para eso, en primer lugar, debería servir el poema;
para denunciar desigualdades,
para eliminar diferencias,
para encontrar caminos de esperanza,
para hacer pequeños milagros de  panes y de peces
-hoy sería más fácil hacer esos milagros que en la época de Cristo-.
A lo mejor estoy equivocado y no hablo de poesía.
Realmente, no sé qué es lo que se entiende por poesía.
¿Alguien sabría decírmelo?
¿Alguien con la mano en el corazón sabría decírmelo?


Yo, mientras tanto, me cuestiono la honradez de los poetas.
Ellos,  prestidigitadores del más hermoso todavía,
con esa facilidad que tienen de encandilar con sus palabras
no han sido capaces de hacer del idioma un vínculo,
una herramienta que permita allanar las diferencias
poniendo en las palabras su exacta dimensión.

A las palabras no sólo debe exigírseles que sean hermosas;
deben ser auténticas,
deben vibrar como parches de tambor:
 tam tam tam.
Deben avisar al amigo y advertir al enemigo.
Tam tam tam
deben cruzar la llanura como gacelas en estampida
y avisar del peligro que supone el incendio.

Estamos rodeados de fuego,
un fuego incontrolado que primero adormece y luego quema;
la historia de las civilizaciones tiene una asignatura pendiente,
siempre la misma,
siempre su equivocado tam tam que no alerta,
que se pierde en recovecos hasta extinguirse.

¿Pero cómo llegar a esa conjunción sin que el poema sangre;
sin que el poeta vea que la tinta escarlata de su corazón
se está reflejando en el poema?

La única posibilidad de redención que nos cabe.